Las lágrimas vertidas,
heridas abiertas.
Los versos vivos en las conciencias
desandan soledades
y claman clemencia.
Revivirlos,
provocan lágrimas de cristal
infinitas,
solo el sabor de unos labios
de dos bocas sedientas que esperan,
la corriente de ríos de caricias
deslizándose,
y… ya no hay regreso,
y...
por escuchar un te quiero,
se agolpa la sangre
que con pasión evoca
el cariño sincero.
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